¿Superhéroes? Maravilloso. ¿Zombis? Genial. ¿Exorcismos? Fantástico. Robert Kirkman lo puede todo. El guionista de ‘Invencible‘ y ‘Los muertos vivientes‘ parece ir sobrado de talento. Estas dos longevas colecciones (más de 100 números cada una) se mantienen entrega tras entrega frescas y repletas de emoción. Solo hay que ver el último volumen de ‘Los muertos vivientes’ publicado en España, ‘Un nuevo comienzo‘, en el que, sin romper con lo anterior, reinicia la serie de una forma magistral. Es difícil hacerlo bien, pero más complicado es hacerlo bien durante tanto tiempo. ¿Todo esto a qué viene? A que el hombre prodigio del cómic estadounidense tiene un nuevo tebeo, ‘Paria‘ (Planeta Cómic), una historia de posesiones demoníacas al estilo de ‘El exorcista‘. Su arranque augura otro éxito.

En ‘Paria’ (‘Outcast‘, en su título original), Kirkman se adentra el terreno de la investigación paranormal, por llamar de alguna manera a ese género mixto que mezcla terror e intriga.  El protagonista es Kyle Barnes, un tipo al que la vida ha tratado mal, muy mal, y no sabe muy bien por qué. Apartado por voluntad propia de la sociedad, su aislamiento se rompe cuando el reverendo del pueblo le pide que le ayude en un exorcismo. De repente, todo encaja. Kyle se da cuenta que, de alguna manera, desde que era un niño, él está relacionado con las posesiones demoníacas que las personas que están a su alrededor han sufrido, incluyendo sus seres más queridos. Pero… ¿De qué manera? ¿Por qué él? ¿Qué es eso de «paria», el nombre que le dan los endemoniados cuando lo ven?

El planteamiento y desarrollo son interesantes, pero no cortan el aliento como en las obras más aclamadas de Kirkman. Eso no es malo. ‘Paria’ se mueve en otros códigos. Si recuerda a ‘El exorcista‘, más allá de por el tema, no es por el paroxismo de los poseídos, sino por ese ambiente opresivo en el que se mueve el padre Karras. ‘Paria’ no es la imagen de una niña vomitando y contorsionándose, sino el rostro de un sacerdote lleno de dudas y sobrepasado por los acontecimientos. Hay incluso alguna que otra similitud, como que el protagonista tenga una madre anciana y postrada, o que aparezca la figura de un reverendo algo escéptico en su forma de entender la fe. Sin embargo, este tebeo tiene su propio discurso y ambientación, ambos muy logrados e inseparables. Hay posesiones, pero se esconde un gran misterio tras ellas. Algo más grande.

El encargado de la puesta en escena es Paul Azaceta. Su dibujo, excelente en los claroscuros, le va como anillo al dedo a la historia. Llaman la atención decisiones narrativas no vistas en otras de las obras del Kirkman. Están presentes, como ya es marca del guionista, las habituales ‘splash pages’ para dar mayor impacto emocional a las escenas, pero aquí lo que destacan son las pequeñas viñetas insertadas dentro de otras más grandes, o a modo de transición, en la que se fija la atención sobre detalles como rostros, manos u objetos. Estas ventanas dan un ritmo más pausado e inquietante al cómic y, visto que no aparecen ni en ‘Los muertos vivientes’ ni en ‘Invencible’, bien podrían ser resultado de una puesta en común entre Kirkman y Azaceta. El nombre de la colorista, Elizabeth Breitweiser, mercería estar en la portada del volumen. Difícilmente se entiende el buen resultado final de ‘Paria’, esa capacidad general que tiene el tebeo para generar inquietud, sin la aportación de su paleta.

El primer volumen de ‘Paria’, ‘Una oscuridad lo rodea‘, supone un excelente inicio para un cómic que, a buen seguro, va a ir a más. Igual que en ‘Los muertos vivientes’ Kirkman plantea un «y luego, ¿qué?», aquí da un paso más en el género del terror. ¿Y si las posesiones no fueran un hecho aislado? ¿Y si todo formara parte de un plan? Ah, maldito Kirkman, ya nos la has vuelto a hacer. Cuando se anuncie la segunda entrega de ‘Paria’, iremos corriendo a la librería para saber qué pasa después. Y querremos más.